Las voces de Ángel Martín

 

“El mando a distancia está prohibido para los que están allí ingresados. Algo que para mí era realmente extraño porque tenían puestos programas de entretenimiento hechos por gente a la que, al haber trabajado en televisión la mayor parte del tiempo, conozco bien.

El caso es que un día, una de las personas que estaba ingresada pidió que cambiaran de canal y el enfermero o enfermera —ahora mismo no lo recuerdo— le dejó el mando a distancia y le dio permiso para encargarse un rato de la tele. Creedme si os digo que, cuando estás allí, el hecho de que te den permiso para ser tú quien cambie la tele estoy seguro de que es uno de los mejores momentos que puedes vivir. Aunque jamás lo hablé con aquella persona, sospecho que en ese momento sintió que debía estar mejorando mucho porque alguien había confiado en él para cambiar de canal.

El caso es que le dejaron el mando justo en el cambio de turno y la persona que se lo había dejado debió olvidar mencionar al enfermero del siguiente turno que se lo había dado a fulanito. Cuando el enfermero nuevo vio a fulanito con el mando fue corriendo —no agresivamente— a quitárselo y preguntarle cómo lo había conseguido. Fulanito le contó que se lo había dejado un enfermero y el resto de los pacientes confirmaron que había sido exactamente así. Cuando el enfermero que le había dejado el mando, y que todavía no se había ido, vio lo que pasaba corrió a confirmar que, en efecto, había sido él quien se lo había prestado. En cuanto le devolvieron el mando a fulanito y el enfermero que se lo había quitado le pidió disculpas, me puse en pie, levanté los brazos y grité: —¡Punto para los locos! Y, desde aquel momento, parece que me divirtió bastante aquella mierda y me paseaba por la planta como una especie de inspector que iba diciendo «punto para los locos» o «punto para los enfermeros» dependiendo de lo que pasara. Así que todo apunta a que lo de ser gilipollas es algo que llevo en la sangre incluso cuando me vuelvo loco. Hablar con aquel enfermero y aquella enfermera me dejó tranquilo y, además, me sirvió para descubrir algo muy importante y que te he mencionado al principio: aunque creas que lo que te ha pasado es demoledor y vergonzoso, nunca olvides que son cosas que le pasan a más gente todo el tiempo.

Y que, aunque para ti sea algo excepcional, hay personas que ven casos como el tuyo todo el tiempo a todas horas.

Así que vuelve a coger el subrayador y subraya esto: lo que te ha pasado es tan normal como derramar un poco de café en el plato en el que apoyas esa taza.

Da rabia, preferirías que no hubiese pasado nunca, crees que la culpa ha sido tuya y que ya nadie se fiará nunca más de ti para que le sirvas un café, pero la realidad es que le pasa a mucha gente muchas veces y, sobre todo, no significa que no sirvas para nada.

Solo necesitas un poco de tiempo, espacio y calma para asumir lo que ha pasado y empezar a remontar.

Porque, aunque ahora mismo no lo creas, remontarás.

El «remontarás» subráyalo dos veces porque sé que te parecerá especialmente imposible."

Ángel Martín.  Por si las voces vuelven. (2021)



Pocos personajes públicos se atreven a contar su experiencia con el trastorno mental, y algunos incluso declaran haberlo sufrido para ganar seguidores o usarlo para lucrarse haciendo publicidad...

Pero Ángel Martín no solo ha sido claro exponiendo su experiencia sin tapujos, intentando ayudar a quienes pasan por este trance, dándonos voz y visibilidad, sino  que también ha escrito un libro estupendo que debería estar en las bibliotecas de cada asociación de FEAFES. Tal como os prometí, hoy os dejo un magnífico fragmento de su obra. Uno más entre nosotros, narrando su propia historia en primera persona, con una lucidez privilegiada y su imprescindible sentido del humor.


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