NÍOBE

Se fueron huidos como presos en fuga, sin mirar atrás, sin dejar una sola rendija a la esperanza. 

Se fueron aullando como lobos, después de desmembrarme agonizante, riendo como hienas. 

Se fueron destrozando todo a su paso, vidas, haciendas, reputaciones. 

Se fueron causando el mayor daño posible a los demás y a sí mismos, inconscientes como los chiquillos que eran. 

Se fueron satisfechos y orgullosos, sin saber siquiera que su peor dentellada se la llevaban consigo, en su corazón.

Y lloré. Mantuve alta la cabeza pero en secreto lloré hasta la extenuación. Recé por ellos todos estos años, mientras lloraba hasta deshacerme en charcos, hasta formar un río y desmenuzar mis restos a la orilla de mi océano.

Y tras años de llanto se hundieron mis ojos, se demacró mi rostro, se deformó mi cuerpo. Me convertí en una muerta viviente, el fantasma de la madre que fui.

Y aunque cada día los recuerdo, nunca pude comprenderlos, pero tampoco dejé de esperar su regreso.



©® León Casares. Prohibida su reproducción total o parcial sin permiso del autor.

Comentarios

  1. Para Níobe.
    El recuerdo hacia ellos y el esperar su regreso te hace más madre aún.
    Gracias por tu generosidad al compartir tanto.

    ResponderEliminar
  2. El autor agradece de corazón tus palabras. El tema le resulta demasiado doloroso para firmarlo, aunque quizá algún día escriba por fin el libro que tiene en mente.

    ResponderEliminar
  3. También debo agradecer en su nombre las muchas muestras de apoyo que ha recibido privadamente de quienes lo conocen. Gracias por leer y estar ahí, siguiendo las experiencias que publicamos en este blog, que es el vuestro.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un nombre de mujer

ELOGIO DE LA BUENA CUIDADORA

Denuncia de un abuso continuado