¿Estamos enfermos o tan solo tratamos de adaptarnos a una sociedad enferma?

 

Esta es la cuestión que nos plantea Javier Padilla  en este artículo de diario Público. Vale la pena leerlo completo y reflexionar seriamente sobre las ideas que expone. ¿En una sociedad hiperestresada, caótica y siempre hundida en una u otra crisis, donde nos sentimos permanentemente al borde de la catástrofe, y donde casi nadie tiene aseguradas sus necesidades básicas, ¿cómo es posible vivir sin perder la razón?

"Una de las características más claras de ese sentimiento de época es la falta de un horizonte, tanto en el corto como en el medio plazo. Ese malestar, además, tiene una raíces profundas en los determinantes sociales y económicos, lo cual hace que aunque sea un sentimiento casi totalizador, tenga grandes particularidades según otros factores. La sensación de falta de futuro en la juventud, la eterna precariedad de los "eternos jóvenes" entre 30 y 50 años, la incapacidad para lograr un trabajo de quienes tienen más de 50 y han sido despedidos, la soledad de los y las mayores que están solos sin querer estarlo, la exclusión de los migrantes sin papeles a quienes se niegan derechos, la enorme prevalencia de problemas de salud mental en quienes disiden de su género, el cansancio eterno de quienes viven para que otros vivan, es decir, las que cuidan."


"Hay miles de personas que sienten que la vida se ha olvidado de ellas, y en ese lugar de fractura es donde las instituciones están fallando por incomparecencia. Sabemos que podemos poner un psicólogo en la mesilla de noche de cada madrileño, y eso no acabará con el sufrimiento psíquico en nuestra comunidad, porque una parte grande de ese sufrimiento hunde sus raíces en causas que combatir con otras herramientas. Ahí está el gran reto al que nos enfrentamos, necesitamos más recursos en salud mental, necesitamos que recibir tratamiento psicoterapéutico no lo decida tu cuenta bancaria (o la de tu familia), necesitamos que si un niño necesita un hospital de día de salud mental no tenga que esperar un año, pero también necesitamos que quede mes al final del sueldo, que el alquiler no se coma toda la nómina, que nuestros amigos no se vean obligados a cambiarse de barrio cada cinco años, que la infancia tenga capacidad para llevar a cabo proyectos de futuro y que las personas dependientes reciban los cuidados que necesiten en todo momento."


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