Es día de difuntos, Sus Señorías del Parlamento de Andalucía...

 

Es 2 de noviembre, día de difuntos. 

No sabemos si sus Señorías han trabajado hoy, o para el caso, si trabajan algún día. En algo útil, se comprende, algo que repercuta en el bienestar de los ciudadanos, de los de a pie y casi a ras de suelo, de familias, de niños, de ancianos, de sectores desfavorecidos, que nunca faltan. 

Es día de difuntos, Sus Señorías, y a algunos nos faltan muchos más que a otros. No es que se le pueda culpar a ustedes por eso, faltaría más. Qué culpa van a tener por los que ya no están. Especialmente, por tanta gente que anda mal de la cabeza, que lo mismo se tira a las vías del tren que se baja del mundo sin siquiera pedir parada. ¡Eso no tiene remedio!

 Jóvenes con la vida por delante. Adolescentes. Cada vez más niños que empiezan a sufrir ansiedad, depresión, síntomas inmensamente dolorosos que ni un adulto curtido puede resistir. Porque le aseguro a Sus Señorías que aquí, entre los del ramo, no somos tan débiles ni tan cobardes como creen muchos. Que yo no soy de lágrima fácil, pero cuando recuerdo a nuestros caídos me veo a mí misma hundida y vacía, naciendo de nuevo sin ganas a este mundo del que más de una vez no conseguí largarme pese a mi empeño. Y da que pensar, ¿Saben ustedes, Sus Señorías? Por qué a aquel se le fue la mano en un día de bajón cuando ya estaba prácticamente recuperado, y por qué aquella otra fue  arrancada hasta cuatro veces al dulce coma de la muerte a pesar de sus preparativos e insistencia y por qué ese crío del periódico de hoy no le explicó a nadie la angustia que estaba devorándolo vivo, o por qué encontraron a esa viejecita colgada en su casa, ella, tan prudente siempre, también tan brutalmente sola.



Es día de difuntos, Sus Señorías. Halloween lo primero, con sus calabazas, sus esqueletos y sus telarañas decorando las ciudades, que es bueno para el comercio y va calentando para las Navidades... Pero para algunos, Jalogüin no es fiesta ni tiene maldita gracia, porque su vida ya es un interminable día de difuntos en el cual no consiguen, pese a las peripecias de su propia película de terror, acabar dentro del hoyo, por fin en paz, solo de pensar en la que se les viene encima. 

¿Han pensado, Sus Señorías, qué deliciosamente simple debe ser la vida, cuando vives con 400€ al mes, sin todas esas engorrosas dietas, juguetitos electrónicos y regalías varias que Ustedes padecen? Pero seguro que muchos tirarán de presupuesto de sus misérrimos sueldos o sus ridículas pensiones si quieren encargar en Amazon una familia con perro, gato y chalet, con los que celebrar comme il faut el día de Acción de Gracias, que del año que viene no pasa, fijo. 

Y ahora llega la Navidad, que viene adelantando por el carril derecho dándole a las largas a tope, aunque a las locas y locos de infantería les pidan que apaguen la bombilla de la cocina y compren una mantita de franela. Pero ¿qué importa esa gente, en estas entrañables fechas? No son decorativos, ni elegantes, ni van en patinete eléctrico, pashmina al viento, ni dinamizan el comercio del centro de la ciudad, ni siquiera sonríen embobados con las lucecitas, sino que algunos hasta se cabrean porque tienen trastornos pero no son gilipollas y leen en los periódicos eso de la inflación, la precariedad, el BCE  y el incalificable despilfarro y endeudamiento nacional.

Muy triste toda esa falta de respeto a sus esfuerzos, Sus Señorías. Ustedes, que ya esperan que la gente encadene fiestas y jolgorio de fines de agosto a mediados de enero, mientras bailan a su vez sobre la tumba del mundo. Porque es día de difuntos, y qué le van a hacer ustedes si cada vez hay suelto más loco amargado, sin afán consumista, sin haber sacado nunca del rincón la decoración navideña dos meses y medio antes, sin ganas de fiesta, sin afán por estrenar trapitos, sin reservar nunca mesa en un restaurante Michelin, sin apreciar debidamente los esfuerzos de políticos e instituciones para que salgan a gastar lo que no tienen para llenar la casa de trastos, pero sin poder comprar nada con qué acolchar los agujeros de su alma.



Día de difuntos...

Háblenles ustedes de Halloween y ataúdes a los padres de las niñas y niños entre 10 y 19 años que se suicidaron en 2021. O aún más, en 2022. Díganles que no se puede hacer nada, Sus Señorías, porque eso no tiene vuelta de hoja, ¿verdad? Releguen al fondo del trastero la desagradable idea de que el suicidio es la primera causa de muerte en nuestra juventud, por delante de la drogadicción o los accidentes de tráfico. 

Ustedes le ponen buena intención, oh, sin duda. Sobre todo, cuando redactan esos programas electorales que nacen ya débiles por los defectos congénitos de la falta de interés y el pitorreo a los votantes, y  mueren abandonados a la intemperie en los pasquines de la campaña, apenas trepan ustedes a sus poltronas. Y este fin de año, ¿que dirán las estadísticas sobre los difuntos? Poca cosa. Eso no tiene cabida en sus discursos navideños.

Los niños de tercero se acordarán de aquel rarito triste que nunca volvió a clase. En el instituto alguien sentirá cierto malestar cuando piense en aquella chica que se destrozaba brazos y piernas con cuchillas oxidadas, y que un día llegó hasta el fondo cortando de un tajo. La gente del pueblo recordará a aquel buen chico que se puso tan raro cuando cortó con la novia y se mató con el coche, sin más detalles ni explicaciones, al mes justo. Las vecinas recordarán lo amable que era aquella mujer, siempre con gafas enormes y flequillo, que harta de todo subió a la azotea y se estrelló en el patio de luces por última vez, antes de que volvieran a estrellarla contra las paredes de su dormitorio.

Es día de difuntos, y honramos a nuestros muertos. Cada vez más, y más jóvenes. Pero hay más diferencias este año, Sus Señorías.

Este año, el Parlamento Andaluz por fin había reforzado su cambio de signo con amplio margen que le daba plena autonomía y capacidad de decisión. Y lo que es más importante, había presupuesto. Se había hecho realidad nuestro sueño, porque el programa político del ganador, fuera quien fuera, incluía entre más de 400 folios, en un breve espacio entre las páginas 84 y 85, las históricas reivindicaciones de las necesidades de la Salud Mental en Andalucía.  Se prometía implementar la figura del Coordinador del Plan de Prevención del Suicidio. Se potenciarían dos nuevas áreas de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Se impulsarían dos unidades de atención a la Patología Dual en proyectos pioneros, se reforzaría la atención temprana con profesionales sanitarios para las Áreas de Salud Mental infanto-juveniles, existiría un  Protocolo TDAH en combinación con atención primaria y Servicios Sociales…

ESCASAMENTE DOS PÁGINAS, SUS SEÑORÍAS. Dos páginas acordadas desde la anterior legislatura con los agentes sociales, dos páginas contra un aumento del 250% de los trastornos mentales entre los jóvenes a consecuencia de la pandemia.

Dos miserables páginas, incluidas por su propia voluntad y sin coacción alguna en su programa electoral, para tratar de empezar a cubrir las brutales carencias asistenciales y clínicas que arrastra Andalucía. Dos puñeteras páginas que no, no se han suicidado. Ustedes las enterraron vivas el pasado día 27, poniéndonos este año de luto prematuro ante tamaña falta de honor y desprecio hacia tantos andaluces que esperaban ingenuamente su cumplimiento.

Acaba el día de difuntos, Sus Señorías, y cada cual carga con sus muertos con toda la dignidad que puede. 

Pero en nuestro colectivo, locos o cuerdos,  ya nadie dirá nunca más que eso no tiene remedio, SINO QUE USTEDES NO QUISIERON REMEDIARLO CUANDO TUVIERON OCASIÓN DE HACERLO.

 Ustedes, el partido que gobierna con mayoría absoluta en Andalucía, nos ha matado las ilusiones de progreso para nuestro colectivo y las han enterrado junto con su propia decencia. A seguir bien, cada cual velando a los suyos...


¿CUÁNTOS MUERTOS MÁS NECESITAN PARA ACTUAR, SUS SEÑORÍAS?



Continuará.


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