"Cabeza en flor"

 



Hoy publicamos el último de los relatos finalistas del IV Certamen "Letras para sanar el alma". Disfrutemos de este original relato escrito en forma epistolar, y nuestra enhorabuena a Alberto Torrent Díaz por su ingenio y ternura para describir la diversidad.


CABEZA EN FLOR 

Alberto Torrent Díaz


Estimado Sr. mío: 

Le escribo no tanto por su faceta como psiquiatra sino por su consabida afición a las plantas acuáticas tropicales.  

Resulta que yo mismo, el que le escribe, presumo de tener a mis cincuenta años un matojo de pelo negro que es la envidia de mi vecindario y a la vez, no me cabe más que aceptar, esta vez sin presumir, que adolezco de un despiste notorio. Poco tiempo ha, empecé a usar un gorrito de esos de ducha para mantener intacto mi peinado de peluquería. Pronto no solo lo usaba en las tareas de aseo sino que empecé a usarlo en el interior de mi casa, ya que vivo solo y un gorrito no hace daño a nadie y todo iba a pedir de boca, hasta que un día, en uno de mis recados callejeros, empiezo a notar que la gente me miraba con mayor insistencia de lo normal. Yo, pavo real como soy de naturaleza, comencé a mover mi cabeza con amaneramiento y seguí con mis quehaceres. Un buen rato después, en una de mis sacudidas de cabeza, dicho gorro cayó al suelo con la consiguiente celebración de mis congéneres.  


Dado que en estos días de estrés no me fío un pelo de mi saturada cabeza, ayer mismo construí un gorrito la mar de cuqui. Añadiéndole a un sombrero de ala ancha la protección del gorro de ducha, no con la intención de salir con él a la calle sino por si las moscas.  Me dispuse a salir y ya en la calle, volví a notar la mirada exagerada de los viandantes, pero seguí a lo mío hasta llegar a un escaparate y no me sorprendió verme con el sombrero puesto sino que en una de sus alas había una enorme planta. Al parecer había crecido ahí esa mañana con el agua que quedaba de la ducha y una semilla con sus respectivos nutrientes que me había cagado un ave de esas que migran en esta estación. Resulta ser una planta muy bonita y según me dijo mi vecino muy preciada, pues en ella ponen sus huevos no sé qué ranas tropicales para proteger a los renacuajos de sus depredadores. 


Sí hombre, cómo le explico yo. Resulta  que dicha planta tiene unas hojas erguidas como con forma palmada, y entre una hoja y otra se ve que se mantiene el agua estancada, pero dada la pequeña separación entre las ya mencionadas hojas, los depredadores, dícese serpientes, roedores y aves no caben y allí se desarrollan la mar de bien las crías de esas ranas. Ya le digo yo que no he visto ninguna serpiente ni roedor ni ave rondándome. Si eso ocurriera me desalaría, obviamente. 



Fte.  Dreamstime.com


La cuestión es que al llegar a casa no podía quitarme el dichoso sombrero ,  no sé si por el peso de este o porque alguna raíz se ha incrustado en mi cabellera o, espero no estar siendo demasiado alarmista, en mi cráneo. Total, que hoy he tenido muchos recados que hacer y no es que no me guste mi sombrero con su planta, incluso las ranas que según parece han empezado a merodearlo, sino que me duele mucho el cuello con tanto peso y además me preocupa, aunque esto ya es lo de menos, mi preciada cabellera. He visto algunos mechones de pelo caer en la última mitad del día. Le cuento todo  esto porque sé que le gustan esas plantas, según he visto en su perfil de facebook y me preguntaba cómo podía trasplantarla, o en su defecto hacerle una suerte de entutorado que alivie el peso que soporta mi cuello.  Esto sería siempre sin dañar a la planta ni a las ranas ni a los renacuajos, por supuesto.


Quizá lo mejor sea que me apunte a un gimnasio para fortalecer los músculos del cuello y las cervicales y me quede con mi sombrero, que a fin de cuentas, tiene mucha vida y me está dando más alegrías que penas. Espero su respuesta con impaciencia y por favor mándeme alguna bibliografía sobre el tema, plantas y ranas incluidas, si puede ser.


 Atentamente.


PD: Ya que estoy y ahora sí como psiquiatra, le tengo que hacer una confesión. No tengo una mata de pelo tan exageradamente bonita como le he asegurado, más bien tengo el pelo entrecano y ciertas entradas. Vamos que el poco pelo que tengo es blanco como la nieve. Y no vivo solo. Vivo con mi mujer y mis tres hijos. El mayor es ya casi un adolescente. Cuando me pongo nervioso exagero un poquito o quizá tengo una ligera tendencia a la fantasía, pero sí que es verdad que últimamente sufro de mucho estrés y la susodicha planta ahí está en mi cabeza. Ni ella ni yo hacemos daño a nadie, pero noto que hay alguno que se ríe de mí al verme con ella por la calle. Realmente, aunque me siento muy arropado por mi familia, los extraños no aceptan con normalidad mi planta. Quitando algunos y algunas conocidos de siempre que la celebran como si fuera suya y me hacen cumplidos. El resto me mira con recelo. 


Ya sé que tener una planta tropical con sus ranas y sus renacuajos no es lo más socialmente extendido, pero yo no la elegí. La planta creció y a mí me da pena quitarla. Ya la he hecho mía. Bueno, no lo aburro más con mis problemas, que al final la posdata me va a salir más larga que la propia carta y además usted tendrá también sus plantas que cuidar, incluso familiares a su cargo y esas cosas que todos tenemos. Porque ya le digo yo que todos tenemos algo que nos hace diferentes. Sin ir más lejos, tengo una  vecina que le tiene pánico a los ascensores y sube los cinco pisos que separan el suelo del mundo propiamente dicho del de su casa por las escaleras, hasta cargada con la compra. Esto le viene de un tiempo para acá y ha adelgazado sus kilos y fíjese usted que eso es lo menos gracia le hace, porque ella proviene de una familia de gente obesa de toda la vida y me cuenta que siente como que está defraudando a su estirpe. Todos en el gimnasio para bajar peso y ella tan orgullosa que está de sus ciento veinte kilos. Me cuenta que se come tan a gusto sus potajes con panceta para compensar tanto ejercicio . En fin, siga usted con sus cosas que de las mías me ocupo yo.

 

Y le recuerdo que me facilite información sobre plantas tropicales y su fauna correspondiente. Esta vez sí, me despido con un fuerte abrazo.


Suyo. 


El hombre de la planta en la cabeza.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un nombre de mujer

ELOGIO DE LA BUENA CUIDADORA

Denuncia de un abuso continuado