TESTIMONIO

 REZO SIN PLEGARIA 


Tengo un problema de salud mental y soy una PAS. Lo reconozco, soy una persona de alta sensibilidad, por lo tanto, empatizo en demasía, vivo intensamente las emociones, las veo a flor de piel. Me recuerdo así y más aún desde que tengo uso de razón. Altamente vulnerable a la vida humana. Y a la soledad, de la que me hice amiga forever. Vivo un divorcio de una persona sin poder escucharme decir que he sufrido violencia de género. Me ha demostrado que es cierto mi temor a la manipulación de los hechos a su antojo. Intuyo que eso ha afectado negativamente en la relación de los últimos meses con mis hijos. Persisto en educarles desde el respeto mutuo y los límites saltándome las reglas del TLP. Pero somos frágiles. Mi posición es la desventaja. Desde mi familia los consejos son siempre para desprenderme de mis hijos por cómo se comportan conmigo y soltar mi maternidad. Yo no me vine a un refugio  aquí tan lejos para eso, ni lo que he hecho este tiempo tiene ese objetivo descarnado, ni toda mi vida de milagros puede tener tal destino.

Mi objetivo es claro, por el derecho de mis hijos a estar con su madre y el mío de volver con ellos. Mis hijos necesitan a su madre, aunque la edad y la situación no acompañen, y yo tengo derecho a cuidarlos y verlos crecer desde dentro, desde su fuente de amor incondicional. Trabajo a full para seguir con ellos y para quitarme de encima esas ideas que la familia de cuna insiste en implantarme, con la duda entre su sobreprotección y la invalidación de sentimientos y prioridades innatas de este cuerpo, que a veces vuelve a temblar de miedo. La familia que me hizo el daño desde pequeña y en quienes me sostengo vuelve a cruzarse en mi camino vital. Debe de ser síndrome de Estocolmo.



IBSO. La Roca de Níobe.


Procuro en la soledad ansiada rescatarme y hablarme con amabilidad y respeto. Darme lo que sólo yo me he dado durante años y agarrarme al milagro de la vida a través de mis hijos. Narran una distorsionada versión de mi vida pasada, presente y futura que no llega a mi raíz, pues existe en mí una savia nueva que palpita y me pide fluir y ser sin más. Soy, de forma intermitente en este vaivén de posibilidades, madre coraje con metas claras. Mis hijos. ¡Oh Dios, si existes, siéntate a mi lado! A veces mi espíritu clama al cielo. Y mi cuerpo mantiene el objetivo. Desde el IAM trabajamos para creer en mí y seguir el camino de la maternidad responsable y amorosa de siempre y no permitir que me invaliden o decidan por mí, ni dejarme influenciar por esas cosas que dicen con sobrepeso de estigmas.

 

Estoy en una red de rescatadoras de historias. Estoy entre vosotras, mujeres, en un lugar seguro. Mi instinto en el silencio no me puede engañar. Rezo sin plegaria. Con un don de lenguas mental. Necesito a mi alrededor a mujeres vitales y a madres de verdad que me recuerden lo bien que lo hice, lo hago y lo seguiré haciendo a pesar de las circunstancias adversas. Los caminos angostos prometen campos de amapolas y margaritas. Aunque digan que es difícil, necesito saber que sigo contando conmigo y con personas que  saben del amor, que creen en nosotras. Sé que si estoy entre ellas nada me faltará.

 

Testimonio anónimo.

Red Estatal de Mujeres


 

Comentarios

  1. Sé que sigues caminando, cada vez con más decisión y valentía... Y todas las personas que te queremos, que sabemos cómo eres y cuánto has tenido que soportar, te admiramos y nos sentimos cada día más orgullosas de ti.

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