Papel de seda

 

Gracias por demostrarme confianza, por contar vuestras experiencias, inquietudes, desesperanzas, logros; sois un plus de energía, de vitalidad… Somos personas, no máquinas. A veces, es necesario soltar lastre… Y a mí, en particular, me habéis dado un empujoncito para levantar el dedo y pedir permiso para hablar de algo.

Yo lo tenía todo, ni abundancias ni carencias, agradecida dentro de este esquema social que nos pintan. No tenía motivos para estar “así”, y el propio prejuicio fue mi primer enemigo. Pero eso no era bastante; está el hartazgo del prejuicio y del perjuicio de los otros.

Y sus prisas.

Y sus exigencias.

Y las leyes no escritas, herencias sociales…

Cosas que pasan y se atragantan, y van rompiendo a una persona por dentro. El papel de seda hecho trocitos no se puede recomponer. Hay quien habla de ellos convirtiéndolos en cristales. “Caminar sobre cristales rotos”, he leído en varios sitios.

Alguien a quien entregué toda mi confianza la lanzó lapidariamente sobre mí, al día siguiente de conoceros.

Me salvasteis la piel.

Resonabais en mí.

A esta persona sólo la escuchaba de sonido de fondo. Vi cómo me disipé y ni me miraba al espejo. Volví a ser un espectro. Y aun así, no sé cómo, aprendí a ver el lado bueno de las cosas. Alguna responsabilidad tenéis vosotras , vosotros, y FEAFES, mi Asociación.


Mis hijos, la familia… 

Te das cuenta de que te has reinventado tantas veces que la fuerza vital está en números rojos. Qué curioso que sea mi color favorito… No suelo tener apego a las cosas que tienen importancia para los demás. Eso es muy ventajoso, ¿sabéis? Es un ejercicio constante, con resultados muy positivos.

Para mí, mi maternidad lo ha supuesto todo. Mi esperanza en mis hijos era y es que marquen un punto de inflexión en el árbol de la vida, para no repetir patrones ni caídas. Como cualquier madre, tengo miedo a lo imprevisible. Sería negar una emoción primaria. Es una herramienta de supervivencia. Mi familia fue mi motor al ralentí para perseverar y volver a levantarme cada día. Lo hacía todo por ellos, no por mí. Viví para ellos y me perdí de mí. Y cuando no hay sinapsis dentro de una misma... Te agitas y te agotas. “Ellos lo primero”. Escucho eso muchísimo entre las féminas. Orgullosas de cumplir con esa parcela que la sociedad les ha dicho que han de cosechar. Pero no puedo vivir sus vidas. No sería justo para ellos.

¡Se perderían tantas maravillas sin mí dentro! Son mis semillas, sí. Las protejo y las cuido en la medida que puedo, no en la que sé. Ellos siguen siendo mi motivación en una situación de extrema gravedad. Aun así, como me enseñan las terapias, hay un paso mucho más justo. No vivir por y para ellos exclusivamente, sino darles mi testimonio sin vergüenza, porque nada hay de lo que avergonzarse. Estoy en ello. Lo tengo muy complicado. Lo hago con cuentagotas. Pero estoy en ello… Por circunstancias privadas, deseé que el mundo girase sin mí y verles en la distancia, por si pudiera ser dañina para ellos. ¡Ya lo creo que mi mundo se ha parado! ¿Os lo digo, u os lo cuento? ¿Dañina? Imposible.



        Fte. C. Segovia. Asociación Andalus.org


Sentir que no eres imprescindible es tristemente liberador. Dejar de agarrarse a otras personas y encontrarse con una misma es el verdadero reto. Esa debería de ser la tabla de salvación. Nuestra libertad de Ser, de existir sin más pretensiones. De hecho, si seguimos aquí es porque en el fondo nuestro Yo más íntimo nos sigue susurrando que merecemos nuestro respeto y amor propio. Vivir en paz con nuestro auténtico Yo, sin depender de nada ni de nadie. Aprendo a poner límites infranqueables cuando mis valores más íntimos están siendo transgredidos. Pasito a pasito… Trato de recuperar la plena aceptación del Ser que aún tiene cosas que aportarme, y disfrutar del momento presente sin reproches, ni culpas, ni miedos irracionales.

Peldaño a peldaño… Me encuentro a mucha gente que no es capaz de estar sola consigo misma. Y es uno de lo regalos más importantes que podemos trabajar con valentía. La soledad es mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. Aconsejo a todas las personas que me importan que pasen tiempo a solas y escuchen su silencio más perturbador hasta que sea calma y respeto. Es un instante de serenidad único.

Tenemos muchos reflejos de los otros sobre nuestros hombros. No nos corresponde cargarlos. Son muchos frentes abiertos para elaborar en el zigzag de la sanación. Aliviemos la carga. Hay que tener dos pares bien puestos para mantenerse en pie y contarlo cada cual a quien libremente elija. Si es secreto, que sea sin vergüenza, sino una libre elección. Si es a viva voz, que sea sin golpes de pecho ni comparaciones. ¿Yo más y mejor? No. Ahí no es. Ese no es mi camino. El fin es el sosiego del alma, acallando las voces internas y calmando las aguas de alrededor. Estamos en medio de un océano emocional. Surfeemos. Tenemos propósitos que otras personas ni siquiera se plantean. Sois inspiración aunque no digáis nada, y más aún si contáis una parte íntima de vuestra vida. Así que reflexionemos, y démonos lo que necesitemos en este día y en este presente palpable. Las aves no se cuestionan tantas cosas, simplemente vuelan alto... Y las que precisan de un empujoncito, necesitan saber que estamos cerca. Es curioso que en cierta medida, todas las personas estemos hechas de lo mismo. Papel de seda…


La caja de Pandora


Comentarios

Entradas populares de este blog

Un nombre de mujer

ELOGIO DE LA BUENA CUIDADORA

Denuncia de un abuso continuado