19 de noviembre, Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil

 


Hoy, 19 de noviembre, se conmemora en todo el mundo el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil.

Creemos que este tema  tan desagradable y doloroso, que nuestra sociedad se empeña en seguir ignorando,  debe tener la mayor repercusión para concienciar a la población de que existe, como existen las personas adultas sobrevivientes, intentando reunir los pedazos de su identidad cruelmente destrozada para seguir adelante pese a todo.  En ese sentido, hoy queremos destacar la ingente labor de la asociación sevillana AVASIS, especializada en atender a personas con trastorno mental víctimas de abuso sexual en su infancia. 

Sin duda la mejor manera de expresar qué sienten estos niños y niñas heridos y marcadas de por vida, es compartir algunas palabras de un escrito publicado por Nieves Marín, presidenta de AVASIS:

"Cuando eres pequeño, pequeña, y eres víctima de abuso sexual en la infancia, aprendes a desconfiar de todo el mundo dado que, si la persona que te debe proteger y, supuestamente, querer más que a nadie en el mundo, te hace tanto daño, qué puedes esperar de los demás, ¿verdad?

Aprendes también a no sentirte querido, a no ser importante, a creer que mereces todo lo que te sucede y a sentir que eres el culpable de todo ello.

Recuerdo que mi madre nunca estaba presente y cuando sí lo estaba, no se daba cuenta o miraba para otro lado, no sé; con la perspectiva del paso de los años y tras trabajarlo mucho, he llegado a la conclusión de que no podía sostener lo que estaba ocurriendo de puertas hacia dentro y era más fácil vivir obviando lo que sucedía. Eso me hacía sentir invisible, desprotegida e incluso ayudaba a forjar esa idea de, oye, igual sí es que mereces lo que te está ocurriendo… "

"Me sentí incomprendida, sola y con una sensación de abandono tremenda: mi persona sobraba, era un estorbo".

Las señales que pasaban inadvertidas como las náuseas a todas horas, el no relacionarme con amigas, morder las sábanas por las noches, las autolesiones (me grapaba los dedos, me quemaba las manos con la plancha cuando la ponía mi madre, utilizaba astillas de madera para rasgarme la piel hasta conseguir hacerme una gran herida y sangrar…), los sobresaltos injustificados cuando alguien pasaba cercano a mí o me hablaban desde atrás… La falta de atención normalizó mi conducta: soy rara, ¡es normal que hagas cosas raras!"

Esta sensación de culpa, de soledad, de ser un estorbo en tu propia casa y una molestia para tu familia la hemos sentido muchas de las personas que integramos el colectivo de Salud Mental. Cuántas veces, a la hora de las confidencias, se escapa en voz baja un avergonzado "¿Sabes? de niña abusaron de mí..." Y cuántas veces, para nuestra sorpresa, la compañera o el amigo nos han contestado con alivio "Te comprendo. A mí también me pasó". Alivio, sí, porque estamos hablando de un tabú que pervive con una resistencia increíble en los países civilizados del siglo XXI. Un secreto vergonzoso que nos rompió la infancia, nos robó la inocencia y nos convirtió para siempre en personas adultas desgraciadas, temerosas, inseguras y desconfiadas. Más propensas a las adicciones, a los problemas en las relaciones afectivas, a las tendencias suicidas, porque en definitiva, es un daño psicológico brutal el que nos infligieron , que arrastramos el resto de nuestra vida. Algo que no se comenta, que en ocasiones cuesta décadas llegar simplemente a poder verbalizar. Y entonces suele empezar otro calvario, la fingida incredulidad, la culpabilizacion de la víctima. La reacción incomprensible de quienes debieron protegernos, y de pronto entendemos con horror que fueron encubridores y consentidores de nuestro calvario. Esas amorosas familias que prefieren seguir adelante manteniendo una impostada ignorancia de la realidad, que prefieren tener en su seno a una niña rara y loca, a un niño retorcido  y embustero, antes que admitir que lo que de verdad tienen es un respetable adulto pederasta.




Nos faltaría espacio para dar voz a las víctimas. Citamos a continuación dos testimonios a grandes rasgos:

"No recuerdo cuándo empezó el abuso, en mi caso fue un tío materno. Para mí, lo peor fue en mi adolescencia, a los trece o catorce años, cuando me atreví a contarlo. Comienzas a observar que tu propia familia tiende a taparlo de alguna forma. Los abusos casi siempre son por familiares o personas cercanas. De niño no te das cuenta por la manipulación, los regalos: es nuestro secreto. Hasta te hacen sentir un niño afortunado.

Por las secuelas, me convertí en alcohólico, tuve problemas para relacionarme, porque de adulto no puedes confiar en nadie, te invade la culpa, la rabia, la ira, no podría parar de contar... Es un tema del que podría hablar tanto, tranquilamente... Llegas a dudar de tu identidad sexual y de tu capacidad para amar a nadie, puedes llegar al suicidio... Hoy tengo un diagnóstico de trastorno de la personalidad. "


"El marido de mi hermana siempre se burlaba de mis enormes tetas. Me llamaba gorda grasienta, me hacía sentir repugnante. Desperdicié mucho tiempo de mi vida intentando descifrar aquella contradicción. ¿Si yo era tan asquerosa, por qué él se desnudaba ante mí, se exhibía y me sobaba el cuerpo?  ¿Por qué mi idolatrada hermana se reía? Viví más de media vida convencida de que yo era un monstruo, una puta que iba provocando por tener tetas apenas cumplidos los diez años. Tardé veinte en contárselo a una psiquiatra, durante un ingreso por trastornos de la alimentación. Ella se lo explicó a mi familia. Mi madre y mi hermana me sacaron del hospital, me apalearon, me trataron de puta. Hicieron correr la voz de que estaba loca entre mi familia, me acusaron hasta de maltratar a mis hijos. Mi madre me desheredó. Nunca más me hablaron. NADIE". He tenido trastornos de alimentación, problemas para relacionarme en pareja, y sobre todo, tendencia a la depresión y a las ideas suicidas desde que tengo memoria".



Son historias terroríficas, y más aún por ser cotidianas. Desde AVASIS, este año se defiende el lema "ROMPE EL SILENCIO". Reproducimos aquí parte de su manifiesto: 

"Esta problemática afecta a 1 de cada 5 menores, sin embargo, queremos resaltar que estos datos son irreales ya que la mayor parte de las personas supervivientes no denuncian el abuso.

La sociedad tiene que saber que es una violación de los derechos humanos y un problema de salud pública, que tiene consecuencias a corto y largo plazo, siendo estas últimas las más evidentes en la etapa de adultez, sobre todo en la salud mental. Muchos adultos que hemos  sufrido abuso nos hemos visto envueltos en el silencio, escondiendo nuestro dolor porque nos sentíamos culpables de lo que nos había pasado, desgraciados, rotos, avergonzados... sin saber qué hacer. Hasta que nuestra vida se derrumbaba refugiándonos en caminos que nos anestesiaran la mente y el alma.

El tabú en torno al abuso sexual infantil (ASI) perpetúa el silencio y la impunidad; luchemos contra él al hablar abierta y responsablemente sobre el tema. La conciencia y la educación son clave para eliminar el estigma, apoyar a las personas supervivientes y prevenir futuros casos. Es hora de enfrentar el problema de manera colectiva, brindando apoyo a quienes lo necesitan y trabajando juntas y juntos para crear comunidades seguras y libres de abuso sexual infantil."

No podemos consentir el silencio, no podemos consentir que toquen nuestro cuerpo, que nos hagan daño, que nos hagan pasar vergüenza, que nos hagan pasar miedo, que nos maltraten física y mentalmente… No pertenecemos a nadie.
Las personas que te quieren te escuchan, te apoyan…las personas que te quieren no tocan tu cuerpo sin tu consentimiento.

Tú tienes voz.

Tú decides por ti.

No te calles, háblalo, grítalo.

Siempre estás a tiempo: ROMPE EL SILENCIO.

Fte. Fotos: AVASIS.

Página web de AVASIS: https://avasis.es/

Todo nuestro agradecimiento y cariño a las compañeras y compañeros de AVASIS por su colaboración. 

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