Canadá: muerte asistida para los enfermos mentales

 

Cuando hablamos de la prevención y lucha contra el suicidio, lo solemos hacer desde un punto de vista bien definido: nuestro interés es evitarlo, intentar ayudar a esas personas que al igual que nosotras y nosotros, han visto en la muerte la única escapatoria para su sufrimiento. Y sin embargo, está en la naturaleza humana el afán por sobrevivir, y ese instinto suele prevalecer. Es decir, que muchas de las personas que hemos intentado una o varias veces suicidarnos, llegamos a superar ese sufrimiento, a encauzar de nuevo nuestra vida y a estar agradecidas por no haber podido consumar la tentativa, ni nos interesaría repetirla.   Porque, como suele decirse, en esta vida todo tiene remedio, menos la muerte. 

En el caso de Canadá, la lucha contra el suicidio no parece una prioridad social. Sobre todo, porque después de largas deliberaciones, parece ser que la ampliación de la ley de eutanasia y muerte asistida será pronto una opción real para las personas con trastornos mentales que no quieran seguir viviendo. Paradójicamente, una de las condiciones de la ley canadiense para acceder a la muerte asistida es "no tener instintos suicidas".


                            Fte. SMA

Cuando se denuncia constantemente que el propio gobierno no invierte lo suficiente en recursos de apoyo y terapia, en aumentar el ratio de especialistas, si los pacientes y los mismos médicos están reclamando más medios y mejor atención a las personas que sufren trastornos mentales, proponer incluirlas en una ley de muerte asistida puede ser, simplemente, EUGENESIA. Sí, esa idea que se extendió y practicó en Europa hace cosa de 80 años, en una de sus épocas más oscuras. La eliminación de personas con discapacidad, ya fuera física, mental o intelectual.

 Eufemismos aparte, eso es, ni más ni menos, lo que se planea incluir en la legislación canadiense a partir del próximo mes de marzo. La ampliación de la ley de eutanasia ya vigente  propone que las personas que deseen morir a causa de sus trastornos mentales sean asistidas para lograr su objetivo. Esto, obviamente, se contradice con la lucha por la prevención del suicidio y la deja fuera de las prioridades del país. Si alguien sufre tanto como para desear la muerte, la solución  por parte del gobierno no será  ayudarle a sobrevivir dignamente , sino que se le facilitará morir.  Los mismos profesionales que practican habitualmente la eutanasia con enfermos terminales ya expresaron sus dudas respecto a este nuevo aspecto de la ley.  Aunque la eutanasia en Canadá se practica desde 2015, no se limita sólo a los enfermos terminales o en una situación grave de sufrimiento irreversible. Hay casos en que se aplica sin tener en cuenta estos dos criterios primordiales. 

Cómo es lógico, está iniciativa ha generado una gran polémica en Canadá. Porque como hemos dicho, ¿quién puede valorar que el sufrimiento mental de una persona es tan terrible e irremediable que sólo la muerte le puede poner fin?  Aun siendo un especialista cualificado, ¿qué psiquiatra puede tener la absoluta certeza de que un paciente no va a sentirse mejor nunca, en ningún caso? Cómo saber que esa persona no tiene ni la menor esperanza de mejoría, ni va a vivir nunca una nueva situación que cambie sus circunstancias, o va a decidir que después de todo, la vida merece la pena, es una causa completamente perdida.

Que nos lo digan a nosotras y nosotros, ¿Verdad? Cuántas veces hemos intentado morir y no lo hemos conseguido. Cuántas veces después nos hemos echado en cara esos intentos, y hemos agradecido que llegaran a tiempo, que con su arduo esfuerzo los profesionales nos hayan devuelto a una vida dolorosa e imperfecta, pero que al cabo de un tiempo ha vuelto a parecernos valiosa, por infinidad de motivos.

Esas personas que podrán acogerse a la nueva ley no tendrían esa segunda oportunidad. Su muerte siempre va a consumarse, no tendrán ocasión de salir del bache, porque en lugar de convencerles de que la vida siempre vale la pena, se les habrá confirmado a nivel institucional de que sólo su muerte es la solución. ¿Cuántas de esas personas desesperadas habrán tenido oportunidad  de haber pasado por todos los tratamientos posibles, para poder afirmar con verdadero  conocimiento de causa que nada les funciona y que su única posibilidad es la muerte?  Si para empezar, el estado no les ha  proporcionado acceso a  todos los métodos  de terapia ni les facilita todo el apoyo necesario, hay algo tramposo en ofrecerles la muerte como mejor alternativa. Ni a un perro se le sacrifica tan a la ligera. 

España y Nueva Zelanda son los dos paises que han legalizado la eutanasia y la muerte asistida más recientemente, y con ellas ya son siete países en todo el mundo los que la aceptan, con  Canadá, Colombia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. La diferencia entre ambos conceptos es que en la eutanasia es un profesional sanitario el que pone fin a la vida del paciente. En la muerte o suicidio asistido, el profesional facilita a la persona  los medios para que ella misma lo lleve a cabo. Cómo su nombre indica, se le proporciona a esa persona un método de suicidio infalible, que no deja lugar a tentativas fallidas. Ojalá que antes a esa persona se le hayan brindado, rigurosamente, todas las posibilidades de tratamiento y terapia que merece.

https://www.infobae.com/america/the-new-york-times/2023/12/28/pronto-los-pacientes-con-enfermedades-mentales-podrian-tener-acceso-a-la-muerte-asistida-en-canada/

https://www.bbc.co.uk/mundo/noticias-internacional-64290878


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